Pastora Galván y Juan Carlos Romero, triunfadores. La XVI Bienal de Sevilla ha sido en esta edición un festival demasiado largo en el que no se ha conseguido el objetivo de reivindicar el cante. A cantar al campo: era una Bienal dedicada, ‘a priori’ al cante. Ha sido la bienal de las serranas, de las marianas, de las tonás del campo: todos ellos estilos de campesinos, caminantes y arrieros. Son estilos poco habituales en el repertorio flamenco y por eso ha sido tan chocante su presencia, muchas veces en su versión coreográfica, en esta Bienal. Sin embargo hemos constatado, una vez más, que este capítulo de lo jondo, el cante, que la organización se proponía reivindicar en esta XVI Bienal de Flamenco, sigue siendo el más anquilosado, el de menor capacidad de creación y evolución de los géneros flamencos.